30 Jul
Llena de excesos, a ratos estrambótica, a ratos desbocada, y por sobretodo muy incómoda, la historia que el tándem Barberena-Palencia llevan al cine es un peliagudo retrato de un país que se cae a pedazos.
Ello a partir de una familia disfuncional con muchos padres ausentes y muchos hijos presentes. Con una madre dragón que se erige como una pesada sombra, dispuesta a lanzar fuego contra el que ose perturbar su tranquilidad.
A ese microcosmos vuelve Cheila (Endry Cerdeño), antes Cheíto (José Manuel Suárez). En plenas navidades, llega de Canadá, donde ha reconstruido su vida, su cuerpo y su género.
Regresa por una temporada. A la casa que le regaló a su madre, a pasarla bien y a reclamar las ganancias de una inversión que le permita cumplir su sueño: cambiar definitivamente de sexo.
A Cheila le falta muy poco para operarse y sólo necesita su dinero. Pero el dinero no está. Ni su madre ni sus hermanos han sabido cuidar de él. Lo que Cheila ha enviado desde el extranjero para beneficio propio y de su familia ha caído por un desaguadero sin fondo. Así, el sueño peligra y los afectos también.
En una casa donde la luz no entra, o entra muy poco. Donde sus moradores duermen unos sobre otros y las cucarachas se mueven con comodidad; el encontronazo de Cheila con su realidad pasa de la alegría al desconcierto y finalmente a la decepción.
La de Cheila es una historia de abusos y maltratos. Aunque sus ingresos no vengan de un pozo petrolero, los suyos quieren a dentelladas un pedazo de lo que puedan tomar. Cheila es ultrajada por el entorno que vive puertas afuera y por el que transcurre puertas adentro.
Sin mesura, el guión de Palencia consigue mostrar la decadencia del mundo de Cheila, aunque a ratos el exceso atente contra el espectador. Demasiados personajes con poco hacer, y algunos importantes, (como la estupenda Katy de Elodie Bernardeau o la abuela cómplice de Aura Rivas) con menos fuerza de la esperada.
La factura técnica del film está muy por debajo de las expectativas de un público ya más que entrenado en lides cinematográficas. Y la dirección de Barberena a ratos pierde el pulso en algunos momentos cruciales de la historia.
Aún así, la contundencia de este relato amargo con final feliz consigue sobreponerse a ello. El compromiso de los intérpretes y la corrosiva apuesta del texto logra saltar los vacíos de esa factura y asestar una bofetada con toda su fuerza.
muy buena esta peli de verdad me gusta mucho!!!!! tanto q desde que la compre no la he visto jijijijiji
ResponderEliminar